És una xarxa on guardo gelosa els meus records i que espero entengueu millor si us llegiu l'escrit que acompanya la peça.
Hacía tiempo que traía en la cabeza la instalación que he traído al Reciclart 2014 que organiza el Laboratorio Creativo de Amics de les Arts i Joventuts Musicals. A pesar de que la primera idea era que ocupara mucho más espacio y la base tendría que ser de tierra de montaña, estoy muy contenta del resultado.
Es una red donde guardo celosa mis recuerdos y que espero entendáis mejor si os leéis el escrito que acompaña la pieza.
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Peces que vestien les persones que estimo. Piezas que vestían las personas que quiero. |
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L'art. El arte |
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Un patí del meu pare: records d'infància quan patinàvem junts. Un patín de mi padre: recuerdos de infancia cuando patinábamos juntos. |
Totes les malalties són injustes. I no podem entrar en debat
quina d’elles és pitjor, doncs ens hem d’obligar a respectar a les persones que
les pateixen i als seus estimats.
Hi ha una però, que considero de les més injustes per la
manera que té de degradar l’espiritualitat del subjecte i a tots aquells i
aquelles que l’envolten: l’alzheimer.
Quan parlo d’espiritualitat no ho faig des d’un angle
religiós, sinó que parlo d’aquella part vertical de nosaltres que no podem
tocar però sabem que existeix perquè a través d’ella podem sentir odi o amor,
perquè ens convida a riure o a plorar i com no, perquè sap guardar els nostres records.
L’alzheimer és un ferotge soldat que batalla contra la espiritualitat assetjant-la per tal que vagi perdent els records que durant dècades
han format una vida, fent que l’individu torni a ser com un infant: a vegades
innocent i rialler davant les novetats, però a vegades atemorit per no saber on
es troba.
Si fos creient potser no tindria la por de perdre tots els
meus records, però m’angoixa el pensar que si un dia rebo un atac d’aquest
feroç assetjador s'esvaeixin les imatges
que tinc del mar, del bosc, de les flors, dels animalons, de l’art i, sobretot,
de tots els que estimo. Perquè és això el que m’ha creat i format com a ésser.
Sense això Jo, ja no seré Jo. Seré només
una peça horitzontal d’aquest món.
Todas las enfermedades son injustas. Y no podemos entrar en debate quál
de ellas es peor, pues nos tenemos que obligar a respetar a las personas
que las sufren y a sus seres queridos.
Pero hay una que considero de las más injustas por la forma que tiene de degradar la espiritualidad del sujeto y a todos aquellos y aquellas que lo rodean: el alzheimer.
Cuando hablo de espiritualidad no lo hago desde un ángulo religioso, sino que hablo de aquella parte vertical de nosotros que no podemos tocar pero sabemos que existe porque a través de ella podemos sentir odio o amor, porque nos invita a reír o a llorar y como no, porque sabe guardar nuestros recuerdos.
El alzheimer es un feroz soldado que batalla contra la espiritualidad asediándola para que vaya perdiendo los recuerdos que durante décadas han formado una vida, haciendo que el individuo vuelva a ser como un niño: a veces inocente y risueño ante las novedades, pero a veces atemorizado por no saber donde se encuentra.
Si fuera creyente quizás no tendría el miedo de perder todos mis recuerdos, pero me angustia el pensar que si un día recibo un ataque de este feroz soldado se desvanezcan las imágenes que tengo del mar, del bosque, de las flores, de los animalillos, del arte y, sobre todo, de todos a los que quiero. Porque es esto el que me ha creado y formato como ser. Sin esto Yo, ya no seré Yo. Seré sólo una pieza horizontal de este mundo.
Pero hay una que considero de las más injustas por la forma que tiene de degradar la espiritualidad del sujeto y a todos aquellos y aquellas que lo rodean: el alzheimer.
Cuando hablo de espiritualidad no lo hago desde un ángulo religioso, sino que hablo de aquella parte vertical de nosotros que no podemos tocar pero sabemos que existe porque a través de ella podemos sentir odio o amor, porque nos invita a reír o a llorar y como no, porque sabe guardar nuestros recuerdos.
El alzheimer es un feroz soldado que batalla contra la espiritualidad asediándola para que vaya perdiendo los recuerdos que durante décadas han formado una vida, haciendo que el individuo vuelva a ser como un niño: a veces inocente y risueño ante las novedades, pero a veces atemorizado por no saber donde se encuentra.
Si fuera creyente quizás no tendría el miedo de perder todos mis recuerdos, pero me angustia el pensar que si un día recibo un ataque de este feroz soldado se desvanezcan las imágenes que tengo del mar, del bosque, de las flores, de los animalillos, del arte y, sobre todo, de todos a los que quiero. Porque es esto el que me ha creado y formato como ser. Sin esto Yo, ya no seré Yo. Seré sólo una pieza horizontal de este mundo.
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